Dejar de fumar ofrece beneficios que notarás inmediatamente y algunos que se desarrollarán con el paso del tiempo. Estas recompensas mejoran bastante la vida diaria:
Mejor aliento.
Dientes más blancos.
El olor desagradable en la ropa y el cabello desaparece.
El color amarillento de los dedos y las uñas desaparece.
Puedes saborear mejor los alimentos.
Tu sentido del olfato se normaliza.
Las actividades que usualmente realizas (por ejemplo, subir escaleras, andar rápido, tareas domésticas, etc.) no te dejarán sin aliento.
Puedes permanecer en edificios que son lugares libres de humo sin tener que salir corriendo para poder fumar.
El coste
La posibilidad de tener mejor salud es una muy buena razón para dejar de fumar, pero también existen otras razones.
Fumar es un hábito caro. No es difícil descubrir cuánto dinero gastas en fumar: multiplica la cantidad de dinero que gastas cada día en tabaco por 365 (días del año). La cantidad podría sorprenderte. Ahora multiplica eso por el número de años que has estado fumando y esa cantidad probablemente te dejará atónito.
Multiplica el coste anual por 10 (los próximos 10 años) y pregúntate a ti mismo qué otra cosa podrías hacer con esa cantidad de dinero.
Y esto no incluye otros posibles gastos, como el coste más alto de los seguros de vida y salud, así como los costes médicos potenciales debido a problemas relacionados con el tabaco.
Aceptación social
En la actualidad, fumar es socialmente menos aceptable que nunca. Puede conllevar un costo en términos de amigos, dinero y conveniencia.
Hoy día, casi todos los lugares de trabajo tienen algún tipo de reglas, y algunos empleadores o compañías incluso prefieren contratar a personas que no fumen. Algunos estudios han demostrado que a las compañías les cuesta más emplear a fumadores. De hecho, un estudio realizado en 2013 encontró que por cada empleado que haya dejado de fumar exitosamente, un empleador puede esperar un ahorro anual de alrededor de $5,800. Los empleados que fuman tienden a ausentarse más por enfermedad. Los empleados que se enferman más frecuentemente que los demás aumentan la necesidad del empleador de conseguir trabajadores a corto plazo que le sustituyan, lo que resulta costoso. Estos empleados ocasionan que aumenten los costos de los seguros tanto para otros empleados como para el empleador, quien a menudo paga parte de las primas de los seguros de los empleados. Los recesos regulares que toman los empleados para fumar implican menos tiempo de trabajo. Además, los fumadores también pueden aumentar los costos de mantenimiento asociados con preservar los olores, pues los residuos del humo del cigarrillo se pegan a las alfombras, cortinas y a otras telas.
Fumar está prohibido en la mayoría de los edificios de las escuelas elementales y secundarias públicas, y en muchos estados se prohíbe fumar en el campus de las escuelas. En los colegios y universidades, es una práctica común adoptar reglamentos para no fumar en todas las instalaciones, incluyendo los dormitorios. Y muchas instituciones universitarias se están encaminando hacia un campus libre de humo, incluso en áreas del exterior.
Los arrendadores pueden optar por no alquilarles viviendas a los fumadores, puesto que los costos de mantenimiento y de los seguros pueden aumentar cuando los fumadores viven en los edificios. Los valores de reventa son más bajos en edificios, casas, y autos que huelen al humo del cigarrillo.
Sus amigos pueden pedirle que no fume en sus casas o automóviles. En la mayoría de los edificios públicos, en los conciertos, e incluso en los eventos deportivos, no se permite fumar. Actualmente, siguen en aumento las comunidades que restringen fumar en lugares públicos, incluyendo restaurantes y bares. Ya sea que nos resulte conveniente o inconveniente, encontrar un lugar para fumar puede ser muy complicado.
Los fumadores también pueden encontrarse con que sus posibilidades de salir o involucrarse románticamente con otra persona, incluyendo el matrimonio, se limitan en gran medida a otros fumadores. Actualmente, los fumadores de cigarrillos representan alrededor de 18% de la población adulta.
La salud de los demás
Fumar no sólo le hace daño a su salud, sino también afecta la salud de las personas que están a su alrededor. La exposición al humo de segunda mano (también conocido como humo de tabaco ambiental o inhalación pasiva) incluye el humo que se exhala, así como el que generan los cigarrillos cuando se están quemando.
Los estudios han demostrado que el humo de segunda mano causa miles de muertes cada año debido a cáncer de pulmón en las personas saludables que no fuman. Durante los últimos 50 años, esto suma a más de 2.5 millones de muertes a causa del humo de segunda mano.
Si una madre fuma, existe un mayor riesgo de que su bebé padezca asma durante la niñez, especialmente si ella fumó mientras estaba embarazada. Las mujeres que fuman durante el embarazo tienen más probabilidades de tener bebés con labio leporino, paladar hendido y de bajo peso.
Los bebés y los niños criados en un hogar donde se fuma padecen más infecciones del oído, resfriados, bronquitis y problemas respiratorios, en comparación con los niños de familias en las que no hay fumadores. Además, el humo de segunda mano está asociado con el síndrome de muerte infantil súbita (SIDS, por sus siglas en inglés) y desacelera el crecimiento de los pulmones de sus hijos. El humo de segunda mano puede causar también irritación en los ojos, dolores de cabeza, náuseas y mareos.
Para más información, consulte nuestro documento El humo de segunda mano.
Dar el ejemplo
Si tiene hijos, usted probablemente querrá darles un buen ejemplo. Cuando se les pregunta, casi todos los fumadores expresan que no quieren que sus hijos fumen. Sin embargo, los niños cuyos padres fuman tienen más probabilidades de comenzar a fumar. Si deja de fumar ahora mismo, puede convertirse en un mejor modelo para ellos.